
Los tiempos cambian; los jóvenes de hoy a diferencia de la generación anterior que creció entre coche-bombas, es hoy capaz de oír a un Mario Testino decir: "Qué difícil debe ser no ser peruano". Razones para presumir con nuestra nacionalidad abundan, pero las existentes para la rabia o pena persisten. Aquí, Ortiz de Zevallos que en el prólogo al libro de Carsten Korch, "101 razones para estar orgullosos del Perú", se muestra entusiasta.
El Perú tiene una historia y una cultura milenarias de las que nos han quedado monumentos y objetos de incalculable valor. Algunos de los mantos de la Cultura Paracas, por ejemplo, compiten con lo más bello que, por esa misma época, se tejía en cualquier parte del mundo.
El Imperio de los Incas, que se extendió por varios de los actuales países de América del Sur, fue una de las civilizaciones autónomas más importantes del planeta. Sus construcciones, caminos y sistemas de aprovechamiento del agua, aún sorprenden y maravillan a los ingenieros de hoy.
Durante el virreinato español, cuando empieza a usarse “Perú” para nombrar a nuestro territorio, también se utilizaba la palabra como sinónimo de algo “muy valioso”. Incluso hoy, una de las definiciones que acepta la Real Academia de la Lengua para la palabra “Perú” es la de “ser de mucho precio o estimación”.
Lima fue, desde su fundación, la ciudad más importante de la costa occidental de América del Sur. La etapa republicana de nuestra historia, como afirma el historiador Jorge Basadre, fue una de cimas y abismos, que en distintas circunstancias dio base para la pregunta que Mario Vargas Llosa pone en boca de Zavalita en “Conversación en La Catedral”.
Sin embargo, durante los últimos años, en el marco de un proceso amplio de globalización, el Perú cuenta con motivos para sentirse orgulloso y optimista. Su economía ha venido creciendo a ritmo acelerado.
Machu Picchu ha sido declarado una de las 7 nuevas maravillas del mundo. En mayo del 2008, el Perú fue sede de la cumbre de líderes de América Latina y Europa y en noviembre será sede de la reunión anual de los países del APEC.
El reciente auge de la culinaria peruana es motivo, también, de orgullo y optimismo. Cada vez más turistas visitan nuestro país atraídos también por la gastronomía, se vienen abriendo restaurantes de comida peruana en las principales ciudades del mundo y los chefs peruanos son cada vez más cotizados y buscados, pues le añaden prestigio a los restaurantes.
La relevancia de procesos como estos radica en que, para su plena realización como nación, toda sociedad requiere arraigar un sentido de identidad y un espíritu de orgullo hacia lo suyo. La culinaria peruana, por ejemplo, contribuye a reafirmar nuestra identidad de cara al mundo. Somos una mixtura de fusión multiétnica, diversidad cultural y creatividad y capacidad de adaptación.
Felipe Ortiz de Zevallos en prólogo a libro 101 razones para estar orgullosos del Perú de Carsten Korch
El Perú tiene una historia y una cultura milenarias de las que nos han quedado monumentos y objetos de incalculable valor. Algunos de los mantos de la Cultura Paracas, por ejemplo, compiten con lo más bello que, por esa misma época, se tejía en cualquier parte del mundo.
El Imperio de los Incas, que se extendió por varios de los actuales países de América del Sur, fue una de las civilizaciones autónomas más importantes del planeta. Sus construcciones, caminos y sistemas de aprovechamiento del agua, aún sorprenden y maravillan a los ingenieros de hoy.
Durante el virreinato español, cuando empieza a usarse “Perú” para nombrar a nuestro territorio, también se utilizaba la palabra como sinónimo de algo “muy valioso”. Incluso hoy, una de las definiciones que acepta la Real Academia de la Lengua para la palabra “Perú” es la de “ser de mucho precio o estimación”.
Lima fue, desde su fundación, la ciudad más importante de la costa occidental de América del Sur. La etapa republicana de nuestra historia, como afirma el historiador Jorge Basadre, fue una de cimas y abismos, que en distintas circunstancias dio base para la pregunta que Mario Vargas Llosa pone en boca de Zavalita en “Conversación en La Catedral”.
Sin embargo, durante los últimos años, en el marco de un proceso amplio de globalización, el Perú cuenta con motivos para sentirse orgulloso y optimista. Su economía ha venido creciendo a ritmo acelerado.
Machu Picchu ha sido declarado una de las 7 nuevas maravillas del mundo. En mayo del 2008, el Perú fue sede de la cumbre de líderes de América Latina y Europa y en noviembre será sede de la reunión anual de los países del APEC.
El reciente auge de la culinaria peruana es motivo, también, de orgullo y optimismo. Cada vez más turistas visitan nuestro país atraídos también por la gastronomía, se vienen abriendo restaurantes de comida peruana en las principales ciudades del mundo y los chefs peruanos son cada vez más cotizados y buscados, pues le añaden prestigio a los restaurantes.
La relevancia de procesos como estos radica en que, para su plena realización como nación, toda sociedad requiere arraigar un sentido de identidad y un espíritu de orgullo hacia lo suyo. La culinaria peruana, por ejemplo, contribuye a reafirmar nuestra identidad de cara al mundo. Somos una mixtura de fusión multiétnica, diversidad cultural y creatividad y capacidad de adaptación.
Felipe Ortiz de Zevallos en prólogo a libro 101 razones para estar orgullosos del Perú de Carsten Korch