Una escuela que motive, emocione y haga soñar, de la que habla Ken Robinson en esta entrevista de Punset, es y será una utopía; de lo contrario tendría que reconstituirse como institución o tal vez negarse a sí misma porque su esencia de estandarizar inteligencias y personas nace y se desarrolla en la sociedad industrial; lo que viene haciendo hoy es adaptarse mal que bien a estructuras económicas y sociales propias de las últimas décadas.
El sueño y la pasión tiende a crear seres pensantes, creativos y autónomos; imaginarse una escuela con estudiantes de tales características sería contraproducente o negativo para un sistema económico como el actual regido por todopoderosas corporaciones.