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Mostrando entradas de agosto, 2009

Comunismo y democracia: ¿sistemas parecidos?

La gente vota y grita en las democracias, pero ni el voto, ni el grito dañan la hegemonía de los oligarcas en el poder. El Estado en las actuales democracias degeneradas es, si cabe, todavía más fuerte y dominante que el Estado soviético, además de mucho más inteligente. No necesita la censura porque ha logrado imponer la autocensura y gestiona el miedo y la mentira de manera sofisticada y hábil, logrando que los esclavos se sientan libres. Los poderosos en las democracias gozan de los mismos o superiores privilegios que los que disfrutaba la nomenklatura de Breznev: sueldos altos, coches oficiales, acceso a la corrupción y a fondos secretos, impunidad práctica, poder sobre los demás, ostentación, etc.  El sistema seudodemocrático que nos gobierna y el anticuado sistema soviético funcionan con el mismo mecanismo básico: El Estado aplica fuerza letal a toda la población para abastecerse de todo lo necesario, sin tener que justificarse.  Ambos estados recaudan de manera inmisericorde imp

Democracia y libertad

Como la democracia está fundada en la razón, en la naturaleza racional del hombre, es el único régimen de gobierno que puede admitir y tolerar en su seno, la expresión de ideas divergentes, antagónicas, la expresión de ideas incluso contrarias a la democracia, porque confía en la razón como insuperable mecanismo de convencimiento y de adoctrinamiento. La libertad para discrepar en el plano de las ideas -aun en el de la idea democrática- es lo que caracteriza de manera única e irrepetible a la democracia misma. Negar esa aptitud para la libertad, es negar la democracia. Desde luego que, cuando la idea antidemocrática deja de ser idea para convertirse en acto, en conducta, y estos actos y estas conductas violan o transgreden el orden jurídico democrático, ya no estaremos en el campo de la libertad sino en el campo del delito, en el campo de la agresión a la libertad de los demás. La democracia tiene, y seguirá teniendo, por vocación y por destino, la realización de la libertad. Esa vocac

¿Es acaso Estados Unidos una democracia?

Los gobiernos democráticos contemporáneos, nos dice B. Manin, han evolucionado a partir de un sistema político que fue concebido por sus fundadores no como un sistema democrático sino en oposición precisamente a la democracia. Para Madison, uno de los padres de la Constitución estadounidense, la diferencia entre las repúblicas griegas y el gobierno americano radicaba en “la exclusión total del pueblo” del gobierno a favor de sus representantes; este hecho hacía superior a Estados Unidos, en relación a otras repúblicas o formas de gobierno. Los padres fundadores no pensaban que la representación era una forma de democracia sino que era un sistema político esencialmente diferente y superior que ponía a salvo de las turbas, o mayorías empobrecidas, a la república pasando por el tamiz de los órganos elegidos las pasiones e instintos poco racionales de los gobernados. Correspondía a una elite de elegidos discernir sobre los verdaderos intereses del país cuyo patriotismo y “amor a la justici

Crítica de la democracia moderna

Los marxistas fueron los primeros en formular severas y agudas críticas contra la democracia representativa o democracia burguesa. La libertad y la igualdad formales de las elecciones democráticas burguesas ocultan y disimulan la esclavitud y la opresión materiales del capitalismo. Así entonces la república democrática es la caparazón política óptima para el capitalismo, porque la relación entre la administración burocrática y el sufragio universal es la contrapartida política óptima de la relación entre la explotación capitalista y el intercambio de mercancías. Según Marx, las elecciones democráticas deciden cada tres o seis años qué miembro de la clase dominante va a representar al pueblo en el Parlamento. Para Lenin, la democracia burguesa es siempre una democracia para la minoría, sólo para las clases poseedoras, sólo para los ricos. Según Max Weber, con el sufragio universal y la formación de partidos políticos de masas, la democracia se convierte en el Estado de partidos. Por eso

¿Oligocracia o democracia?

Tal como la mayoría de los politólogos, entiendo que no hay una teoría unitaria de democracia y que la misma está en disputa. También comprendo como válida la afirmación de que la vida en sociedad a través del ejercicio de la libertad de expresión, de reunión, de organización y de manifestación son los requisitos básicos para una sociedad democrática. Aunque esenciales, estos derechos no son fines en sí mismos. Y la garantía de la estabilidad de estos derechos no puede existir excluyendo la dimensión social, distributiva, jurídica y económica de la “democracia” capitalista en que vivimos. Así, no comprendo como “democrática” una sociedad plena de derechos formales, pero donde las mayorías no influyen de forma directa sobre y acerca de las decisiones fundamentales. O sea, el capitalismo como tal, es todo menos democrático. Bruno Lima Rocha En los actuales regímenes, el poder no es ejercido por el conjunto del pueblo, sino por unos pocos (y no se quiere decir aquí que sólo unos pocos, pe

El ocaso de la democracia liberal

En las sociedades capitalistas predominan las relaciones desiguales de poder. Una de las características del parlamento burgués es legislar en provecho propio, sobretodo en cuanto concierne a salarios, viáticos, propinas y garantías (para vivienda, en el plano de la salud, transportes para familiares, etc.) "No hay nada más peligroso que la influencia de los intereses privados en los asuntos públicos", escribió Rousseau en El contrato social. Ser elegido concejal, diputado o senador se vuelve, para muchos, una ambición personal carente de cualquier motivación de servicio al bien común. La elección se transforma en una lotería. El premiado asciende a la esfera blindada por el aura de autoridad, exento de todo peligro de que la sociedad le investigue y, eventualmente, lo castigue. Sólo puede ser juzgado por sus pares e instancias superiores, casi siempre marcadas por una complaciente connivencia. El ocaso de la democracia liberal viene originado por el control social sobre el