El sentido común se impone: levantar las piernas no tiene por qué ser una forma de expresar patriotismo en las fiestas patrias, o no tiene por qué ser la única; pero en nuestro colegio se prefiere ignorar todo lo que hace una ONG como "Transparencia" o escriben algunos, desde todos los sectores políticos. Aquí un ejemplo, es Augusto Alvarez Rodrich con su articulo "El monopolio del amor a la patria", publicado el 17 de julio en "La República".
Sin dejar de reconocer el papel importante que –en balance- han cumplido las fuerzas armadas en la historia peruana, no se puede aceptar el error demasiado frecuente de querer entregarle el monopolio del amor a la patria a lo militar y sus símbolos, lo cual constituye una equivocación garrafal que se fundamenta en creencias que no por antiguas dejan de ser absurdas.
Dicho error se vuelve más obvio y patético durante las fiestas patrias, cuando se exacerba el componente militar de las celebraciones, reforzando de ese modo el sentido castrense que se le quiere impregnar a un sentimiento de cariño a la patria que no tiene por qué vincularse exclusivamente a un fusil, un tanque –incluso si es chino y prestado para un desfile- o una marcha de tambores de guerra.
¿Por qué no se podrían exhibir símbolos, gestos y acciones que se asocien a un entendimiento más amplio y menos restringido de lo que es el amor a la patria que lo estrictamente militar? ¿Por qué un soldado simbolizaría más la patria que un maestro, un médico o un cantante? ¿Por qué podría pensar un ministro de defensa que su cargo está más vinculado al respeto a la patria que sus colegas de Salud, Economía o Transporte? ¿Por qué un desfile militar escolarizado sería una expresión de respeto a la patria superior a un pasacalle?
En este contexto cobra especial relevancia el papel de los desfiles de Fiestas Patrias, desde los que organizan tradicionalmente las fuerzas armadas el 29 de julio hasta los que replican los colegios con los desfiles escolares militarizados.
En este sentido, quiero aunarme a los comentarios realizados en estos días por educadores como León Trahtemberg o Idel Vexler en contra de los desfiles escolares militarizados como forma exclusiva de expresión patriótica. La celebración de las Fiestas Patrias no debe limitarse a los desfiles escolares.
En este sentido, es valiosa la disposición del Ministerio de Educación de prohibir que se destinen horas de clase al ensayo de desfiles escolares y, simultáneamente, animar a los colegios a celebrar las Fiestas Patrias con expresiones de otra índole, como actividades culturales o deportivas, pasacalles, o campañas de ayuda comunitaria.
El fortalecimiento de la identidad peruana, de la conciencia histórico-nacional y el homenaje a nuestros héroes no solo se puede realizar con competencias de levantamiento de piernas. La patria es, aunque con frecuencia no se den cuenta las autoridades civiles del ámbito militar, algo mucho más amplio que la perspectiva que se tiene desde un cuartel.
Dicho error se vuelve más obvio y patético durante las fiestas patrias, cuando se exacerba el componente militar de las celebraciones, reforzando de ese modo el sentido castrense que se le quiere impregnar a un sentimiento de cariño a la patria que no tiene por qué vincularse exclusivamente a un fusil, un tanque –incluso si es chino y prestado para un desfile- o una marcha de tambores de guerra.
¿Por qué no se podrían exhibir símbolos, gestos y acciones que se asocien a un entendimiento más amplio y menos restringido de lo que es el amor a la patria que lo estrictamente militar? ¿Por qué un soldado simbolizaría más la patria que un maestro, un médico o un cantante? ¿Por qué podría pensar un ministro de defensa que su cargo está más vinculado al respeto a la patria que sus colegas de Salud, Economía o Transporte? ¿Por qué un desfile militar escolarizado sería una expresión de respeto a la patria superior a un pasacalle?
En este contexto cobra especial relevancia el papel de los desfiles de Fiestas Patrias, desde los que organizan tradicionalmente las fuerzas armadas el 29 de julio hasta los que replican los colegios con los desfiles escolares militarizados.
En este sentido, quiero aunarme a los comentarios realizados en estos días por educadores como León Trahtemberg o Idel Vexler en contra de los desfiles escolares militarizados como forma exclusiva de expresión patriótica. La celebración de las Fiestas Patrias no debe limitarse a los desfiles escolares.
En este sentido, es valiosa la disposición del Ministerio de Educación de prohibir que se destinen horas de clase al ensayo de desfiles escolares y, simultáneamente, animar a los colegios a celebrar las Fiestas Patrias con expresiones de otra índole, como actividades culturales o deportivas, pasacalles, o campañas de ayuda comunitaria.
El fortalecimiento de la identidad peruana, de la conciencia histórico-nacional y el homenaje a nuestros héroes no solo se puede realizar con competencias de levantamiento de piernas. La patria es, aunque con frecuencia no se den cuenta las autoridades civiles del ámbito militar, algo mucho más amplio que la perspectiva que se tiene desde un cuartel.