
Cuando la reconocida educadora estadounidense Marva Collins, directora de la Escuela Preparatoria Marva Collins, empezó a impartir clases a niños de barrios pobres en 1995, descubrió lo poco que se esperaba de ellos. Indignada, fundó su propia escuela, basada en el principio de que cualquier niño puede ser un buen estudiante si se espera mucho de él. Los resultados que obtuvo asombraron a la comunidad escolar. Sus alumnos de segundo grado Ieen a Sófocles, Longfellow y Kipling; los de tercero estudian latín y leen a Tolstoi y a Chaucer, y todos leen un poco de Shakespeare.
La maestra Collins (cuyo apellido de soltera es Nettles) proviene de una familia de altas miras. Cuando era niña, en tiempos de la Depresión en Alabama, estado donde se discriminaba a los negros, su madre le decía todas las mañanas:
–¡No se te olvide que eres una Nettles! Y todos los Nettles son triunfadores.
“Cuando me marché a la universidad, mamá me enviaba tarjetas postales que empezaban con esas mismas palabras”, dice Collins. “El mensaje se me quedó grabado en la mente, y todavía hoy lo oigo dentro de mí”.
La profesora Collins dice que las altas expectativas de sus padres le dieron una razón para trabajar con ahínco y alcanzar el éxito. “No se puede ir a Nueva York con un mapa de Mississippi. Los niños tienen que saber a dónde van. Necesitan un mapa mental”.
Una manera de alentar a los niños a pensar en su futuro es establecer objetivos familiares. Collins les pide a los padres de sus alumnos que escriban una declaración de propósitos sobre lo que piensan lograr como familia en el año. Posteriormente ella pega las declaraciones en un tablero. “Al entrar en el plantel casi se respira el espíritu de excelencia”.
La profesora Collins también ha manifestado sus propósitos en una declaración escrita: “Mi misión como maestra es no dejar atrás a ningún niño. Volveré buenos a los malos estudiantes, y excelentes a los buenos”.
Norberto Monterrey
La maestra Collins (cuyo apellido de soltera es Nettles) proviene de una familia de altas miras. Cuando era niña, en tiempos de la Depresión en Alabama, estado donde se discriminaba a los negros, su madre le decía todas las mañanas:
–¡No se te olvide que eres una Nettles! Y todos los Nettles son triunfadores.
“Cuando me marché a la universidad, mamá me enviaba tarjetas postales que empezaban con esas mismas palabras”, dice Collins. “El mensaje se me quedó grabado en la mente, y todavía hoy lo oigo dentro de mí”.
La profesora Collins dice que las altas expectativas de sus padres le dieron una razón para trabajar con ahínco y alcanzar el éxito. “No se puede ir a Nueva York con un mapa de Mississippi. Los niños tienen que saber a dónde van. Necesitan un mapa mental”.
Una manera de alentar a los niños a pensar en su futuro es establecer objetivos familiares. Collins les pide a los padres de sus alumnos que escriban una declaración de propósitos sobre lo que piensan lograr como familia en el año. Posteriormente ella pega las declaraciones en un tablero. “Al entrar en el plantel casi se respira el espíritu de excelencia”.
La profesora Collins también ha manifestado sus propósitos en una declaración escrita: “Mi misión como maestra es no dejar atrás a ningún niño. Volveré buenos a los malos estudiantes, y excelentes a los buenos”.
Norberto Monterrey