En
marzo del año pasado un medio estadounidense (1) preguntó a la ministra
de educación de Finlandia en ese entonces, Henna Virkkunen ¿cómo era la
evaluación docente en su país?; a lo que ella respondió que el
sistema educativo finlandés se basaba en la confianza y la
cooperación, y que si habían evaluaciones, éstas se hacían no
para controlar el desempeño docente sino para lograr su desarrollo.
Se ha escrito y discutido mucho sobre las bondades del sistema educativo finlandés. Entre otras de sus características ejemplares, se encuentra que Finlandia no tiene un sistema de evaluación externo para los docentes; el estado finlandés promueve la autoevaluación de instituciones educativas y de docentes y está claro que deposita su confianza en el buen criterio de sus profesores al tener un sistema bastante descentralizado (para tener una idea de tal descentralización hay que entender, por ejemplo, que el director de una escuela puede contratar el personal que mejor convenga). Cada escuela evalúa el cumplimiento de objetivos y la evaluación docente es un elemento más en la evaluación global de las instituciones. Lejos está concebir que mediante evaluación externa se pueda determinar incrementos salariales como se viene haciendo en algunos pocos países. Hay que decir que en gran parte de la Europa occidental como Austria, Bélgica, Dinamarca, Irlanda, Noruega, Reino Unido, Islandia, etc, no existe la evaluación del desempeño docente de manera sistémica (2).
Ésta mirada a Finlandia y a Europa, puede librarnos de dogmatismos o sesgos, cuando se habla de evaluación del desempeño docente. Nos han dicho que es indudable el valor de la evaluación del desempeño docente; pero, ¿por qué no considerar que tal evaluación es solo una parte de la evaluación institucional, mucho más importante y de mayores implicancias para el logro de objetivos educativos?
El Mercurio, diario chileno, en diciembre del año pasado publicaba una nota que advertía de cierta incongruencia en el sistema de evaluación del desempeño docente que Chile viene desarrollando desde el 2003. Se refería a un liceo en donde el 56,6 por ciento de los maestros eran considerados destacados, según la última evaluación, pero cuyos estudiantes tenían bajo rendimiento en matemáticas; y mencionaba también otro liceo en donde solo el 11,8 por ciento de los docentes era de nivel destacado, aunque tenían mucho mejor rendimiento estudiantil que el liceo anterior (3). Esta contradicción puede explicarse porque no necesariamente el aprendizaje es resultado de la buena enseñanza, debido a la intervención de muchos otros factores.
Siendo así, por qué insistir en crear un sistema de evaluación del desempeño docente de forma independiente, cuando este tipo de evaluación bien puede ser un elemento más de la evaluación institucional, ésta sí, fundamental en la medida que puede estar relacionada más directamente con los objetivos propuestos en un proyecto educativo o plan curricular, puesto que no existe el desempeño del "buen docente" en abstracto o desligado de otros criterios.
Notas:
1. HechingerReport: An interview with Henna Virkkunen, Finland’s Minister of Education
2. Acerca de la evaluación del desempeño docente. Algunas experiencias internacionales.
3. Resultados de la evaluación docente en Chile